Trabajos
Obra Masonica.
Mis principios están por encima de todas las verdades relativas, por encima de todas las cosas temporales, yo me adapto a todos los tiempos y a todos los pueblos y me acomodo a todas las circunstancias transitorias.
Yo no soy una de las evoluciones del pensamiento humano. Soy la cadena que los une a todos. Los sistemas filosóficos, religiosos y políticos son los peldaños; yo soy la escala y la fuerza que hace ascender de uno a otro. Yo no soy sino una enseñanza o un método. Pero esto es la clave del desenvolvimiento humano.
La masonería, proclama, como proclamó desde su origen, la existencia de un principio creador, con el nombre de GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO. No impone límite alguno al libre examen e investigación de la verdad y, para garantizar a todos dicha libertad, exige a sus adeptos absoluta tolerancia.
La masonería tiene por objeto combatir la ignorancia bajo todas sus formas; es una escuela mutua donde se enseña aprendiendo y se aprende enseñando, cuyo programa se resume en obedecer las leyes del país, vivir con honor, practicar la justicia y la caridad, amar a sus semejantes, trabajar sin descanso en bien de la humanidad y por su propia emancipación progresiva y pacífica.
La Tolerancia.
En el esfuerzo de buscar los medios para vivir el mundo se olvida de lo que es esencialmente importante para la vida misma: Saber quienes somos, de donde venimos, adonde vamos, cuales son las reales finalidades de nuestra existencia.
Los hombres luchan y combaten, tratan recíprocamente de destruirse o sujetarse mutuamente, para finalmente comprender que la ley de la vida es la COOPERACIÓN.
La práctica de la COOPERACIÓN exige, el reconocimiento de la TOLERANCIA. Para la Masonería, es la columna vertebral, es aquella virtud que mantiene la cohesión y el prestigio de nuestra Orden. Este valor refleja la personalidad del individuo, y es la expresión de su tono moral, cultural, afectivo y social.
La sociedad está fundamentada en ella, sin TOLERANCIA se derrumbaría el edificio social, por las fricciones y fuerzas divergentes; no existiria la creatividad y la evolución del pensamiento, las ciencias volverían al oscurantismo de la épocas pasadas, dominadas por la rigidez y las verdades absolutas.
La diferencia entre los masones y la sociedad viene determinada por el grado de Tolerancia de unos hacia los otros. Solemos hablar mucho de este valor, pero no llegamos a adquirir una conciencia total del peso y la responsabilidad que supone el llevarlo a la práctica.
Nuestra forma de vida nos lleva muchas veces a la vanidad, arrogancia, vanagloria, falsa modestia, a restarle importancia, a desacreditar y a otros mecanismos de defensa, que utilizamos consciente o inconscientemente para justificarnos de nuestras actitudes ante nosotros mismos y hacia todo lo que no se nos hace “diferente”.
Nuestra mente esta rodeada de aspectos, políticos, sociales, económicos, filosóficos, religiosos, etc, y estamos tan condicionados por los mismos, que solemos unas veces conscientes, y otras inconscientemente, ridiculizar, burlarnos, enfadarnos e incluso despreciar a aquellos que no piensan como nosotros, nos convertimos en pequeños dictadores que solo ven los defectos de los demás sin ver los defectos propios.
La Tolerancia en mi modesta opinión, es un aprendizaje constante y muy duro, además; se necesita mucha sabiduría y una grandeza de espíritu para llevarla a la práctica. Lo cual casi ninguno de nosotros logra hacerlo.
TOLERANCIA significa, respeto a la libertad de los demás, a sus formas de pensar, de actuar, a sus opiniones políticas, sociales, económicas, religiosas, filosóficas. Debemos acotar que en función de la tolerancia se respetan ideas diferentes siempre y cuando estas sean sinceras, racionales, posiciones y opiniones objetivas; ya que existe un limite moral y ético para la tolerancia. La misma debe ser responsable, coherente y en función de la razón; como masones y como seres humanos no podemos tolerar injusticias en nombre de ideales, coartación de las libertades, conductas que destruyen a las familias, al ser humano mismo, mucho menos podemos tolerar el fanatismo o la superstición, si así fuere la tolerancia que a pesar de ser muy diversa y cambiante, pasaría a deformarse y convertirse en otra cosa, en una virtud “de bolsillo” que utilizaríamos a nuestro antojo para justificar cualquier conducta (propia o ajena) o acción egoísta, fanática y hasta algunas veces violenta.
Nos dice Aldo Lavagnini en su obra Cosmogonía Masónica: La más amplia TOLERANCIA, es por lo tanto necesaria en materia de ideas y opiniones, imponiéndose como primera condición de la vida y de las actividades masónicas.
Que cada uno de nosotros se esfuerce, según las posibilidades de su inteligencia y haga el uso mejor y más sabio de sus conocimientos, pero que se cuide de no censurar a los demás, ya sea porque él no entiende a los demás, o porque ellos no le entiendan siempre ocurre uno de los dos sentidos, y con frecuencia, ambos a la vez.
Recordar que toda opinión sincera merece por tal razón ser respetada, aunque no convengamos en lo concreto sobre la misma. LA VERDADERA LIBERTAD DE PENSAMIENTO SE MIDE POR LA LIBERTAD QUE CADA INDIVIDUO SABE CONCEDER A LOS DEMÁS.
Siendo infinitos los puntos de vista desde los cuales puede considerarse la VERDAD, es siempre presuntuoso, denotando fanatismo y estrechez de miras, el hacerse juez de las opiniones ajenas. En realidad a ninguno puede considerársele absolutamente en el error, y muy pocos son los que pueden afirmar estar absolutamente en posesión de la verdad.
Es además y sobre todo importante que cada hombre, busque; encuentre y se abra su propio camino individual hacia la LUZ.
Nunca podremos pretender encontrar una absoluta uniformidad de opiniones y de ideas, si bien es cierto que estas se acercan entre ellas, tanto más cuanto más convergen las mentes individuales hacia la VERDAD.
Para finalizar…. la opinión que he querido trasmitirles es que no personalicemos y adaptemos la Tolerancia en función de nuestras propias ideologías, de nuestra posición social o económica. Abramos nuestro pensamiento y nuestra mente; como masones construyamos los templos de la sabiduría y el conocimiento, busquemos la verdad, la perfección, aprendamos y practiquemos la TOLERANCIA.
Ser Causa.
Cuando la sustentación de las virtudes genera energías capaces de penetrar más allá de lo que está a nuestro alcance inmediato, el hombre se convierte en causa sobre cuanto lo rodea.
Un proceso que es para ayudar a la humanidad a alcanzar una meta justa y necesaria, si lo realiza quien puede y debe realizarlo, basta su intención potente, limpia y desinteresada para que se convierta en entidad causal y realice los fines propuestos.
Esto nos dice que si nosotros y nuestros hermanos limpios, desinteresados, libres de bajas pasiones y con mente y espíritu nos lo proponemos, podemos alcanzar las metas propuestas y programadas.
Tratemos de ser causa, pero causa positiva, causa en el bien, en la paz, en la libertad, en el progreso de otros que en definitiva será en el nuestro, en la luz y en el servicio fraternal desinteresado y constructivo en nuestro mundo.
Liberalismo, un sentido de la vida.
Por decisión propia adoptamos el liberalismo como un sentido de la vida.
Nadie nos obliga a ser liberal, a pertenecer a esa cadena universal que es la masonería.
Cuando entramos conocemos el compromiso de trabajar por una mejor sociedad; por tener presente, siempre, el principio de perfección al trabajar en la construcción de templos a la virtud y a la ciencia.
Nadie es engañado. Nos hacen comprender la diferencia entre instinto y pensamiento; de como el hombre por su capacidad de razonar, de pensar, es capaz de conocer las leyes de la naturaleza y obtener beneficios de ella; de como las distintas ciencias nos van dando explicaciones concretas sobre la naturaleza y la vida.
El liberal conoce perfectamente su propósito en la vida. Aprender, aprender y aprender, para que sus conocimientos le permitan conocer la verdad, distinguirla de la mentira; tener capacidad para separar lo bueno de lo malo, y hacer prevalecer las virtudes sobre los vicios.
PILARES DE LA VIDA.
Dar sentido a la vida, hemos dicho, significa tener trazado un rumbo para lograr propósitos claros y concretos. En este caso, los liberales no ocultan y menos niegan sus propósitos, menos sus principios básicos. Buscan, luchan, por forjar una mejor sociedad. Para ello, disponen de un conjunto de principios y postulados:
La fraternidad. Todos somos hermanos, porque venimos del mismo origen o causa, que llamamos Gran Arquitecto del Universo. En las sagradas escrituras se consigan el designio de "amaos los unos a los otros.
Igualdad. Ante el Gran Arquitecto del Universo, todos somos iguales. El hombre, mediante el estado de derecho, también busca hacernos iguales. Nos hace desiguales la corrupción de los hombres que tuerce la justicia; la ambición de unos, que explotan al hombre y acumulan riquezas; el egoísmo de otros, que escamotean beneficios y ocultan oportunidades. La lucha por la igualdad sobre todo de oportunidades es y tiene que ser permanente.
Libertad. La libertad es el ejercicio de nuestro libre albedrío y, cada uno de nosotros, debemos ejercerlo. Se coarta este principio por el autoritarismo, la prepotencia y arbitrariedad del Estado como de individuos que logran concentrar poder político y económico. El ejercicio de la libertad propicia mejores gobiernos cuando la participación ciudadana es consistente. Tambien el hombre debe ser libre internamente, libre de vicios, de pasiones, de fanatismos….su conducta y actos deben ser guiados por una conciencia clara y bajo el imperio de la razon.
Tolerancia. Ya en el derecho romano se postulaba que la libertad de uno termina donde empieza la de otro. Ello nos lleva, invariablemente, a que en esa coyuntura debemos ser tolerantes; no podemos obligar a otros que piensen como nosotros, menos que actúan. Debemos respetarlos, en actitud de tolerancia humana y comprensible. No debemos olvidar la expresión de Voltaire: puedo no estar de acuerdo con lo que usted diga, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo.
CONGRUENCIA LIBERAL.
Nadie, que se jacte de ser liberal, desconoce el sentido de su existencia, menos los principios que le dan sustancia, fortaleza. Sin embargo, al hacer un análisis del pasado, presente y probable futuro del mundo liberal, encontramos que hay debilidad en los logros obtenidos, incluso que se pierde terreno ante, digamos, otros sentidos de vida, que procuran mediatizar y hasta destruir al liberalismo.
Solo encuentro una razón: ha perdido fortaleza en sus principios, en su sentido de vida o ha sido incapaz de llevarlos a la práctica. Sea una u otra la razón, el problema esta en la coyuntura presente, que le exige congruencia; de lo que piensa con lo que hace. No puede permanecer, firme en principios, y ver como estos son destruidos, como se imponen valores contrarios a su razón de ser.
La actitud contemplativa es nefasta. Esto lo sabe medio mundo, y no escapa al conocimiento del hombre liberal. La historia muestra como liberales, por sus conocimientos y acciones, se han convertido en héroes de su siglo; porque con su determinación marcaron el rumbo de la sociedad, de la humanidad.
No actuar es convertirse en cómplice de los males que nos aquejan. Si no se trabaja, si no se lucha, por lo que uno cree, por lo que está convencido, se permite que otros personajes y otros agentes sean los que se adueñen de los espacios para provecho propio, guiados por el fanatismo, por la intolerancia, e incluso el egoísmo, Cercenando la posibilidad de progreso de nuestra sociedad, donde la libertad la igualdad, la libertad y la tolerancia no sean meras enunciaciones.
En fin, el liberal sabe lo que quiere. Entonces, conoce el camino; por lo tanto, debe recorrerlo. Tiene que hacerlo para que, la propia historia, no lo señale como el individuo que permitió a su enemigo destruir sus principios, sus sueños de una sociedad más igualitaria y justa, más libre, más educada, mas tolerante, más fraternal.
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